EL CANIBAL VEGETARIANO

EL CANIBAL VEGETARIANO

Autor: Orlando Maceo Ortíz

Comiendo y comiendo carne, sin descansar, todo el día prefería comer que cocinar, que dicha de aquel que solo al ver, quería matar todo lo que solía mirar. ¡Árboles y cosas verdes, en verdad solo eso queda!, se dijo a Él, ya no hay carne ni animales por doquier, ahora a una rama me debo hacer, se preguntó días y días sin carne, días y días sin su pastel, que hambre tengo, dijo Él, ya no queda otra empezaré a comer: cosas verdes, amarillas, moradas y rojas también; que es esto se preguntaba al comer, llorando comía verduras y frutas, y poco a poco sentía alegría, días y horas comenzaron a pasar y Él no dejaba los árboles florear; ahora hay animales; pero no quien salve a los árboles.

UNA MAÑANA PERFECTA

UNA MAÑANA PERFECTA

Autor: Alinka Huchín Jiménez

            Tuvo una noche llena de malos sueños, solamente pensando en lo que se avecinaba, la situación futura pintaba difícil, llena de penurias.

Se levantó de la cama con la angustia generada por la mala noche y el exceso de pensamientos.

Se dirigió al baño para comenzar el día de la mejor manera posible, con seguridad, un buen baño le ayudaría mucho.

Mientras terminaba de arreglarse pensaba en su deliciosa recompensa, ¡un riquísimo café calientito!

Fue directo a la cocina, calentó el aguay sacó el frasco de la alacena.

Su día se derrumbó

…EL FRASCO ESTABA VACÍO

EL DESEO DE VOLAR

EL DESEO DE VOLAR

Autor: Orlando Maceo Ortíz

                Un huevo estaba en un tallo; al ser tropezado por un gato se cayó y nació una larva que comenzó a comer hojas en el suelo. Encima de ella revoloteaban mariposas e insectos, mientras la pequeña larva comía solo las miraba, no sabía que era, solo sabía que tenía que comer. Comió tantas hojas hasta hacer una crisálida, al salir de aquel capullo, seguía siendo una oruga, ella no sabía que debía transformarse; así que de nuevo empezó a comer.

Un día en una hoja, sin saberlo, sintió que la veían, era un cuervo que venía por ella. El cuervo volaba a toda velocidad; pero ella a pesar de moverse no iba nada rápido y el cuervo al querer agarrarla con el pico una corriente de aire lo mando a otra dirección y la oruga se cayó de nuevo al suelo; pero encontró a otra oruga, que salía de su crisálida, y tampoco le crecieron alas y seguía siendo una oruga. Ambas empezaron a estar juntas. Todo el tiempo comiendo hojas verdes y pasando los días viendo como otras volaban. Un día mientras estaban comiendo, cayeron meteoritos y pidió un deseo: ¡poder volar!, poder ser como las que miro desde el suelo, sentirse libre. Entonces una noche ambas orugas, volvieron hacer una crisálida dónde surgieron como unas mariposas atlas que opacaba a las demás con sus colores y la libertad con la que volaba.

Gracias colega de las teorías conspirativas.

Pompeyito y el Castillo Mágico




Pompeyito y el Castillo Mágico



Autor: Ivanna Gutiérrez Huchín

 
Había una vez un ratoncito tan chiquito como ¡la yema de tu dedo, el ratoncito se llamaba Pompeyito!

Un día Pompeyito entró a un castillo buscando donde dormir y que comer, sorprendido vio que en aquel castillo cabían como 100,000,000 de ratoncitos sin que nadie los pudiera descubrir. El ratoncito paso la noche en el castillo ya que encontró un hoyito perfecto para él con todas las comodidades que pudiera imaginar, lo que él no sabía es que el castillo era mágico. Cuando el ratoncito despertó fue a la cocina y busco en la alacena un trocito  de queso o cualquier cosa que él pudiera comer, claro que deseaba un gran banquete, su sorpresa fue que al abrir la alacena vio una mesa pequeñita con todos los manjares que pudiera imaginar, el ratoncito feliz se sentó y agarró un diminuto platito para servirse de todos los manjares, pero cuando le iba a dar una mordidita a uno de sus alimentos, escuchó una voz grave que hacía vibrar toda la cristalería y le decía –¿Qué haces en mi alacena??, el ratoncito muy asustado y tembloroso le dijo -¡tengo mucha hambre y no tengo donde dormir!, La voz le dejó tomar todo lo que quisiera, Pompeyito le dio las gracias y siguió comiendo ya que siempre encontraba lo que el más deseaba; después de dos semanas el ratoncito ya estaba muy gordito.

Esta vez cuando el ratoncito iba a comer la voz le dijo -Esta es tu última comida. El ratoncito comió y comió hasta el punto de sentir explotar, cuando el roedor se iba a ir a dormir la voz le dijo que se acercara, ¡¡¡¡¡Pompeyito se acercó y vio que era un gato!!!!! En ese momento cuando quiso correr no pudo porque estaba muy pero muy gordo y sus patitas se movían, pero no avanzaba, entonces Pompeyito vio una luz muy brillante y hermosa y decidió seguirla sabiendo que era su salvación. El gato por su parte solo se relamía los bigotes ya que cuando Pompeyito siguió la luz en ese momento murió.

¡Y colorín colorado el cuento de Pompeyito el ratoncito ha terminado con un final inesperado!